Cuando
los últimos rayos del sol se escondan en el poniente
y en
el eterno galopar del tiempo, surja la noche,
podrás
decir, al momento de observar en el firmamento
tu
figura varonil,
que yo,
tu ulterior amante, es la que te espera
en la
distancia de los tiempos,
porque
también te ama y te amó.
Cuando
no logre apagar el calor de mi cuerpo
con
la blanca sabana de seda que lo cubre,
ni el
furor de mi pasión alcance
el
añorado frenesí de cada tarde,
también
podré decir, que extraño a mi eterno y lejano amante
porque
él, también me ama y me amó.
Si en
el momento de alcanzar en otros brazos
el clímax
delirante, tu nombre acude a mi experiencia
podré
decir, que a través de la distancia
el rose
de tus manos tibias, recorrieron mi cuerpo,
y
podré sentir, que las luciérnagas de nuestro placer,
se
convirtieron en momentos eternos
se
podrá decir, que tu alma y mi alma
están
sólidamente fundidas, ya que fueron construidas
en
los más grandes momentos del amor,
por
el magno y divino herrero universal.
Se
podrá decir, que nuestro amor fue cimentado,
como
se siembran las semillas antes de la cosecha,
¡A
puro amor terreno!
Un
sentimiento transparente y sin ambages,
así,
como se edifica en el mundo el eterno amor.
NOEMIA
14-08-2015
15:20
P.m.
Un bien logrado poema, como nos tiene acostumbrados esta Sacerdotisa de la Terrible Diosa, se siente la pasión y el recuerdo de tiempos felices.
ResponderEliminar"El roce de tus manos tibias, recorrieron mi cuerpo
y podré sentir, que las luciérnagas de nuestro placer"
Queridisimo poeta, como agradecer sus palabras, y su presencia, es usted un sol, éste espacio y yo lo necesitamos, no deje de engalanarnos con su sabia presencia, se le quiere inmensamente, gracias, gracias, gracias
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